En el misterio que envuelve el comienzo de la vida, surge la quimérica melodía que transforma un sueño en realidad y una simple célula en una entidad pensante, palpitante y consciente. A través de este relato, los seres humanos exploraremos como testigos curiosos los tipos de desarrollo embrionario que se tejen en el teléfono de la existencia.
Acto I: La fecundación y prosa de la vida
Todo empieza en ese momento en el que la fecundación se produce como una lluvia de amor y esperanza en el tercio superior de la sinuosa y celestial trompa de falopio. Y, como una pluma en el aire, ansiosa por escribir su primer verso, el cigoto se transforma en blastocisto en las primeras páginas de la tercera semana de embarazo.
Acto II: El mágico primer trimestre
En la quinta semana de esta grandiosa obra teatral biológica, la diferencia entre la vida y la nada comienza a desdibujarse, pues en ese instante el embrión manifiesta sus intenciones más sofisticadas: desarrollar el cerebro, la médula espinal, el corazón y el tracto gastrointestinal. Pero eso no es todo, también decide que las células, al igual que nosotros, deben tener roles específicos en la vida.
Comienza la fantástica metamorfosis
Y así, llegamos a la sexta y séptima semana de gestación, en la que como por arte de magia, los ojos, los oídos y el corazón cobran vida. En ese momento de sorprendente metamorfosis, el guion de la vida decide que en la octava semana el actor principal, nuestro querido embrión, debe tener listas sus manos y pies.
Acto III: El embrionario se convierte en feto
La función de morfogénesis continúa en la décima semana, marcando el paso de embrión a feto y alcanzar una medida de 7 centímetros. Tal como un espectador que observa su reflejo en un espejo, el feto se da cuenta de que al principio de su segundo trimestre, su cabeza ocupa cerca de la mitad de su tamaño total. Y así, él se ríe para sí mismo, pensando cuán importante es la cabeza para el resto de su vida.
Y aparece el lanugo: La suave vestimenta de la existencia
Con anhelo llegamos a las semanas 15 y 18, donde nuestro pequeño protagonista comienza a hacer sus primeros movimientos en la puesta en escena de su nacimiento, pesando cerca de 200 gramos y midiéndose en creativos 18 centímetros. A la poética semana 22, el lanugo, suave y brillante como el pensamiento de un poeta en la noche, se ha extendido por todo el cuerpo del feto, como una suave y reconfortante manta.
Acto IV: El grandioso tercer trimestre
El tercer trimestre llega con la grandiosidad que precede a la culminación de una sinfonía. El feto se concentra en su rol, completando el desarrollo de sus órganos y pulmonesy alcanzando un alto grado de funcionamiento. Entre las semanas 27 y 30, el sistema nervioso del protagonista se desarrolla rápidamente, y nuestros futuros artistas y pensadores abren sus párpados de nuevo para observar sus ensayos bajo el proyector de la vida.
El invaluable tesoro del aprendizaje de hierro, calcio y fósforo
En la semana 31, el feto empieza a coleccionar tesoros de sabiduría, guardando hierro, calcio y fósforo en su organismo, distinguiendo que estos elementos forman parte de sus huesos y le brindarán fuerza e integridad a su estructura. Pero también, como un estudiante ávido por aprender, él se da cuenta de que esos elementos son fundamentales para su futuro intelectual y creativo.
Epílogo: La inmortalidad de la existencia y la magia de la vida
Y así concluye la deslumbrante danza de los tipos de desarrollo embrionario, con la vida y la magia encontrándose en aquel lugar suspendido en el tiempo, donde lo imaginario y lo real se funden y todo es posible. A través del embrionario, vivíparo, metagénesis y partenogénesis, el milagro de nuestro propio origen es reescrito y representado, perpetuando la inmortalidad de nuestra existencia continue.
