La historia de México está llena de episodios de violencia, luchas y enfrentamientos, pero ninguno como la Guerra Cristera, un enfrentamiento armado que tuvo lugar entre 1926 y 1929. Pero, ¿cuáles fueron las causas que llevaron a este conflicto? Adentrémonos en el laberinto de una guerra que marcó un antes y un después en nuestro país.
El telón de fondo: la Iglesia en tiempos de Porfirio Díaz
La Iglesia Católica, una institución de gran influencia en la vida rural mexicana desde la época colonial, gozó de ciertos privilegios durante el Porfiriato (1876-1911), etapa de relativa convivencia pacífica entre Iglesia y Estado. Sin embargo, este equilibrio se vería afectado por la Revolución Mexicana y, posteriormente, por la promulgación de la Constitución de 1917.
La Constitución de 1917 y el Grupo Sonorense
Esta constitución trajo consigo una serie de restricciones al papel de la Iglesia en la vida política del país, como la negación de personalidad jurídica, la nacionalización de los lugares de culto, la secularización de la educación y la prohibición de órdenes monásticas y del uso de hábitos por los sacerdotes. Estas medidas fueron llevadas a la práctica con más rigor a partir de 1924, cuando Plutarco Elías Calles asumió la presidencia de México.
Calles, un antagonista decidido
Calles, socialista, ateo, masón y anticlerical, identificaba a la Iglesia como enemigo del Estado. Su gobierno inició una serie de acciones para sofocar cualquier insurrección o manifestación por parte de la feligresía católica. La indiferencia del gobierno frente a las protestas pacíficas de los católicos, y la animadversión de Calles con la Iglesia, resultaron en un ambiente de creciente tensión.
La gota que derramó el vaso: la Ley Calles
En 1926, las restricciones a la libertad religiosa se agudizaron con la promulgación de la llamada Ley Calles, la cual buscaba reducir el número de sacerdotes, limitar el culto religioso, prohibir manifestaciones de fe fuera del hogar y expropiar bienes de la Iglesia. Esta nueva ley provocó graves alteraciones en la vida religiosa y socavó la frágil coexistencia entre Estado e Iglesia.
El inicio de las hostilidades
Ante la situación, la Iglesia suspendió las celebraciones de oficios religiosos, lo que generó más descontento entre los feligreses y culminó en los primeros actos armados de los cristeros, liderados por Pedro Quintanar y Aurelio Acevedo. La Guerra Cristera, que enfrentaría a la feligresía católica y la Iglesia contra el Estado mexicano, había comenzado.
El rol de los protagonistas
Entre los principales actores del conflicto estaban Plutarco Elías Calles, impulsor de la ley que lleva su nombre, y Emilio Cándido Portes Gil, quien firmaría los acuerdos de paz con los líderes cristeros y pondría fin a la guerra en 1929. Ambos jugaron papeles cruciales en la Guerra Cristera, pero sus acciones no son las únicas causas del conflicto.
Los otros factores: la lucha por la libertad religiosa y la división social
Este enfrentamiento armado también se gestó en un contexto de lucha por la libertad de culto y una profunda división social. Los cristeros defendían su derecho a expresar libremente su fe y pelearon bajo el lema “Viva Cristo Rey y nuestra Señora de Guadalupe”. La Guerra Cristera fue un conflicto armado de gran extensión geográfica, con los estados más afectados siendo Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí, Colima, Michoacán y Zacatecas.
Además, se generó una importante migración de personas hacia Estados Unidos y a otros estados de la República, en búsqueda de seguridad y mejores condiciones de vida. También surgen organizaciones como la Liga Defensora de la Libertad y la Unión Popular durante la Guerra Cristera, “Eran días de expectación y temores, de ahí que busqué la Suerte en el Norte, y la encontré en forma de dos tazas de café que compartí con desconocidos, pero que parecían familiares. Ah, el sentido de comunidad, si no fuera por ese café, quizá los días hubiesen sido más oscuros.”
Las consecuencias de la guerra
La Guerra Cristera culminó en 1929 con “arreglos” entre el gobierno y el episcopado, aunque los campesinos no quedaron conformes y hubo una Segunda Cristiada durante los años 30. Aproximadamente 250,000 personas perdieron la vida en el conflicto, y la educación socialista instaurada por Calles fue recibida con desaprobación por parte de los creyentes y la Iglesia.
También surgieron mártires durante la Guerra Cristera, recordados hasta el día de hoy por su valentía y devoción. La guerra no solo dejó un saldo humano trágico, sino que también modificó el panorama político y social de México.
En resumen
Las causas de la Guerra Cristera son complejas y multifactoriales, incluyendo el apoyo de la Iglesia a Porfirio Díaz, el enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado mexicano, las restricciones a la libertad religiosa impuestas por la Constitución de 1917 y la Ley Calles, y los descontentos sociales. Aunque el conflicto haya cesado hace casi un siglo, sus repercusiones siguen presentes en muchas esferas de la vida mexicana actual.
Y como dijo mi abuela, quien vivió de cerca esos años de la Guerra Cristera, “esta historia no se aprende en los libros, se lleva en el alma”.
