El aire que respiramos se funde en el horizonte de nuestras vidas. A veces, solemos olvidar que la calidad del aire que respiramos es esencial para nuestra salud y bienestar. La contaminación del aire, ese enemigo invisible y omnipresente, no solo afecta al medio ambiente, sino también a nosotros, seres humanos. Su alcance se extiende desde las grandes urbes hasta los rincones más alejados del mundo.
La cruda realidad de la contaminación del aire
Es triste admitirlo, pero nueve de cada diez personas respiran aire contaminado, lo que provoca 7 millones de muertes al año. Un tercio de las muertes por accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y cardiopatías se deben a la contaminación del aire. Esto, de cierta forma, nos convierte en guerreros que combaten a diario en una batalla silenciosa.
En 2016, 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo fueron atribuibles a la contaminación del aire ambiental exterior. Es preocupante saber que el 88% de estas muertes ocurrieron en países de ingresos bajos y medios. Un dato que nos hace reflexionar sobre las diferencias abismales entre países y las injusticias que conllevan.
Los efectos perniciosos de la contaminación del aire en la salud
La exposición a los contaminantes atmosféricos trae consigo una serie de riesgos y daños en nuestra salud. Los efectos agudos incluyen aumento en las tasas de morbilidad y mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Entre más tiempo nos encontremos expuestos a contaminantes, estas afecciones podrían tornarse crónicas, como el cáncer de pulmón o enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Así es, el simple hecho de respirar se ha vuelto un acto peligroso para nuestra salud. Las partículas PM2.5, más pequeñas y devastadoras que las PM10, penetran la barrera pulmonar y llegan al torrente sanguíneo, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón.
La niebla tóxica del ozono y otros contaminantes
Como si no fuera suficiente, el ozono a nivel del suelo, uno de los principales componentes de la niebla tóxica, también afecta nuestra salud, causando problemas respiratorios, asma y enfermedades pulmonares. Sumado a otros contaminantes como el dióxido de nitrógeno (NO2) y el dióxido de azufre, nuestras vías respiratorias y pulmones son blanco de ataques sin tregua.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido directrices para la calidad del aire y trabaja incansablemente en la lucha contra la contaminación del aire y sus efectos en la salud pública a nivel mundial. A través de su Observatorio de Salud Global, se monitorean los niveles de contaminación del aire en más de 4.000 ciudades en 108 países.
Los niños, los más vulnerables
Nuestros niños, los más vulnerables, también son víctimas de la poca calidad del aire. El 93% de los menores de 18 años vive con niveles de contaminación atmosférica superiores a los establecidos en las directrices de la OMS.
Nuestro hogar en el cosmos, ese espacio finito e infinito a la vez, nos muestra signos de agotamiento y deterioro. La contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental para la salud y el cambio climático, la mayor amenaza para la salud pública en el siglo XXI.
Es tiempo de actuar: Energía limpia y acciones globales
El acceso a una energía fiable y sostenible en los centros sanitarios es esencial para alcanzar el objetivo de la cobertura sanitaria universal. Por ello, la OMS y sus asociados organizan la Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud, donde se abordan temas como el monitoreo de la calidad del aire, emisiones del sector de la salud y acceso a energía limpia en los hogares.
En esta cruzada contra la contaminación del aire, también debemos tomar medidas individuales y colectivas para mejorar la calidad del aire. Cada uno de nosotros, desde nuestro rincón en el cosmos, puede hacer pequeñas acciones que sumadas a las de otros, marcarán una diferencia en la calidad de vida de todos.
En conclusión
La contaminación del aire es un problema global que afecta a la salud de millones de personas, siendo especialmente perjudicial para los niños y las poblaciones de países de ingresos bajos y medios. La exposición a contaminantes atmosféricos provoca un aumento en enfermedades respiratorias y cardiovasculares, así como en casos de cáncer de pulmón.
La OMS establece directrices para la calidad del aire y promueve acciones a nivel mundial para combatir este problema, como la Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud. Es esencial que, además de las acciones de las organizaciones internacionales, cada individuo realice esfuerzos para reducir la contaminación del aire y promover un entorno más saludable y sostenible para todos.