En los últimos años, una revolución silenciosa pero poderosa ha ocurrido en nuestro México querido. La agricultura orgánica ha ido ganando terreno, de una forma espectacular, en el corazón y la mente de nuestros campesinos, así como en las mesas de nuestras casas.
Lo orgánico: una apuesta por un campo sustentable y saludable
Lejos de las prácticas dañinas que a lo largo del tiempo han impactado a nuestros recursos naturales, la agricultura orgánica busca el aprovechamiento óptimo de los recursos, la diversidad genética y, lo más importante, la protección del medio ambiente junto a la salud humana.
En este sentido, la certificación obligatoria de los productos que cumplen con los requisitos establecidos asegura la calidad y el compromiso hacia esos principios, y México se ha consolidado como un líder en la producción mundial de alimentos orgánicos.
El apogeo de productos orgánicos en México
Si bien pocos conocen la magnitud de este fenómeno, México se posiciona como el cuarto productor mundial de alimentos orgánicos. Con 169,000 hectáreas dedicadas a este esquema, casi 88,300 hectáreas ya han sido certificadas por empresas autorizadas, lo que ha beneficiado a más de 2.3 millones de productores.
Nuestro país se ha enfocado en la producción de cultivos orgánicos de gran importancia como el café, el aguacate, hortalizas y hierbas aromáticas y alimenticias. Y es importante destacar que la producción proviene, principalmente, de estados como Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Chihuahua y Guerrero.
¿Quiénes encabezan este movimiento? Pequeños productores con grandes sueños
Durante mucho tiempo, el campo mexicano ha sido el hogar de campesinos que laboran la tierra con sus manos y sus corazones. Y, contra todo pronóstico, son precisamente los pequeños productores y comunidades indígenas quienes han sido los principales protagonistas de este movimiento orgánico.
Y no es un fenómeno exclusivamente local, ni se limita únicamente a alimentos de origen vegetal. Los productos de origen animal también forman parte de este esquema, con animales que se alimentan de productos orgánicos y no consumen hormonas ni antibióticos. Literalmente, lo que nos comemos adquiere un sabor más puro y más cercano a la naturaleza.
Más allá de nuestras fronteras: el mercado internacional de orgánicos
A pesar de que aún falta camino por recorrer para lograr una mayor penetración en el mercado nacional, la producción orgánica mexicana ha sido exitosa en tierras extranjeras. El 85% de nuestra producción orgánica se exporta, principalmente a Europa y Estados Unidos, generando ingresos considerables para nuestro país.
En 2015, México exportó productos orgánicos por más de 136 millones de dólares, un logro que refleja la dedicación y esfuerzo de nuestros productores, y una apuesta hacia un futuro mejor para nuestras familias y nuestro medio ambiente.
Orgullo mexicano: calidad certificada y reconocida en el extranjero
Estos pequeños productores nacionales, que han adoptado prácticas orgánicas y trasformado el mercado, han sido pioneros en llevar calidad certificada a tierras extranjeras. La miel, manzana, aguacate, café, mango, mora azul y vino de mesa mexicanos han sido los primeros productos nacionales en ser certificados y exportados.
Un cambio necesario: del mercado hacia nuestras mesas
La pandemia por COVID-19 ha sido una llamada de atención para muchos consumidores, que buscan opciones más saludables y orgánicas. Eso ha generado una creciente demanda, y aunque la producción orgánica crece a pasos agigantados, aún falta mucho por hacer para lograr una distribución equitativa y efectiva para el consumo nacional.
Cabe mencionar que la producción de alimentos orgánicos se ha traducido en un impulso al empleo familiar y una mejora en la calidad de la alimentación tanto para los productores como para los consumidores. El cambio de paradigma, desde la producción masiva e industrializada, hacia una agricultura sustentable y sana, es una luz que ilumina el camino de nuestros pequeños grandes héroes del campo.
Futuro promisorio: un continua revolución
Jerónimo Pruijn, vicepresidente para América Latina de IFOAM, considera necesario continuar promoviendo la visión holística que caracteriza a los productores de pequeña escala como protagonistas de la agricultura orgánica. Es imperante seguir impulsando y cultivando esa relación cercana entre productores y consumidores.
Un ejemplo emblemático es el Tianguis Orgánico de Chapingo (TOCh), que tiene un esquema de certificación participativa que garantiza la calidad orgánica de los productos, estrechando lazos entre productores y consumidores y asegurando así un futuro más esperanzador y próspero para todos.
Tenemos la llave de un futuro mejor en nuestras manos
Paso a paso y semilla a semilla nuestros pequeños productores y comunidades indígenas han labrado un camino hacia un México más sano, sustentable y próspero. Y recuerden, al elegir alimentos orgánicos estamos no sólo apoyando a nuestros productores, sino que además contribuimos a un futuro mejor para nuestro país y nuestro planeta. ¿No creen que es hora de dar ese paso juntos y apostar por un México más verde y sano?