Alguna vez te preguntaste cómo es posible que con nuestras extremidades logremos acciones tan precisas y delicadas, como escribir con un lápiz o cerrar un botón en una camisa. Pues eso se debe a una gran habilidad que poseemos, llamada motricidad fina. Acompáñame en un viaje por este fascinante mundo de pequeños gestos y grandes hazañas.
La danza de los músculos, huesos y nervios en perfecta armonía
La motricidad fina es la coordinación de músculos, huesos y nervios para producir movimientos pequeños y precisos. Es nuestra capacidad para utilizar objetos y herramientas con las manos, desarrollando habilidades diarias como vestirse, abrochar botones o comer. Si bien en nuestros primeros años de vida nuestros movimientos son torpes y limitados, la madurez de la motricidad fina comienza desde el nacimiento y está relacionada con el desarrollo motor grueso.
El arte de alcanzar, agarrar y soltar: desde la cuna hasta la vejez
Desde que somos bebés, comenzamos a experimentar acciones de motricidad fina como alcanzar, agarrar, cargar, soltar voluntariamente, usar bilateralmente las manos y manipular. A medida que ingresamos al mundo escolar, desarrollamos destrezas más complejas como recortar con tijeras, escribir y armar puzzles. Y la cosa no termina ahí, la motricidad fina no solo debe fomentarse en niños, sino también en edades avanzadas para evitar su pérdida.
El control de la motricidad fina es el resultado de un adecuado conocimiento y planificación, coordinación, fuerza muscular y sensibilidad normal. De ahí la importancia de realizar actividades adecuadas según la edad y recibir asesoramiento de un centro de terapia ocupacional si es necesario.
Entre la virtud y el obstáculo: trastornos y alteraciones de la motricidad fina
Nuestro sistema nervioso debe desarrollarse de manera adecuada para que podamos ejecutar tareas como dibujar círculos, doblar ropa o apilar bloques. Sin embargo, diferentes alteraciones pueden afectar la motricidad fina, como la inestabilidad motriz, dispraxia, apraxia, alteración del esquema corporal, alteración del tono y/o fuerza muscular y retraso madurativo.
Aquellas personas que padecen enfermedades como el Parkinson también pueden experimentar dificultades en hablar, comer o escribir debido a la pérdida de control de la motricidad fina. Ante síntomas o dificultades notables, es fundamental acudir a un terapeuta ocupacional para recibir la evaluación y tratamiento adecuados.
Juegos y actividades para fortalecer esos pequeños maestros de la destreza
- Juegos con piezas.
- Colorear o escribir en plano vertical.
- Actividades de carga en miembros superiores.
- Juegos con plastilina.
- Juegos con pinzas y pegatinas de varios tamaños.
- Colorear con diversos utensilios.
Entre mis recuerdos de infancia, aún conservo las alegrías que me provocaba jugar con plastilina, desafiando la imaginación para construir todo tipo de figuras y animales. Esos juegos, además de brindarme felicidad, en realidad estaban ayudando al desarrollo de mis destrezas de motricidad fina, permitiendo que hoy pueda escribir estas palabras y compartir este viaje con ustedes.
En el espejo de nuestras manos, nuestros ojos
La motricidad fina es también esa extraña e intrincada danza entre los músculos generalmente de las manos y dedos, y nuestros ojos. La coordinación visomotora nos permite realizar actividades cotidianas con soltura, y si tuviese que agradecer a algún don en mi vida, sin duda, ese sería el haber podido aprender a manejar a la perfección la herramienta más fina e importante de un escritor: su pluma.
Entonces, la próxima vez que deslices un hilo por el ojo de una aguja, piensa por un momento en la maravilla que es la motricidad fina. Celebremos la belleza y, a veces, la dificultad de esos pequeños gestos que hacen de nuestra vida una danza de precisión y destreza.